Método Amara Berri: un enfoque educativo basado en la vida real

  • El sistema Amara Berri reemplaza los libros por experiencias reales para un aprendizaje significativo.
  • Se basa en la globalidad del ser humano y adapta los ritmos de aprendizaje a cada alumno.
  • El juego, la simulación y los contextos sociales son el eje metodológico del sistema.
  • Fomenta la colaboración, creatividad y autonomía en un entorno educativo sin exámenes tradicionales.

Qué es el Método Amara Berri

¿Imaginas una escuela en la que no existan los exámenes, los libros de texto no sean parte del día a día y los niños aprendan mientras simulan situaciones reales de la vida? Eso es exactamente lo que plantea el sistema Amara Berri, una pedagogía con raíces en el País Vasco que ha revolucionado el enfoque tradicional de enseñanza desde finales de los años 70.

Este modelo educativo se ha consolidado como una alternativa innovadora centrada en el desarrollo global del alumnado. Lejos de los métodos tradicionales, Amara Berri considera al estudiante como un ser activo, lleno de intereses y emociones, que aprende mejor cuando lo hace en un entorno vital natural, jugando, creando y resolviendo retos cotidianos.

Origen e historia del sistema Amara Berri

Todo comenzó en 1979, cuando la pedagoga Loli Anaut asumió la dirección del centro CEIP Amara Berri en Donostia (San Sebastián). Su visión transformadora rompía con la enseñanza tradicional basada en la memorización y proponía una metodología globalizadora, centrada en el niño como elemento principal del proceso educativo.

El sistema no se limitó a ese único centro: con el tiempo se fue extendiendo a otros colegios, formando una red educativa que comparte los mismos principios. Algunos ejemplos de centros que lo aplican son el CEIP Agustín Millares Carlo (Las Palmas), el CEIP Eugenio Perojo (Cantabria) o la Escola Mas Clariana (Tarragona).

Principios pedagógicos fundamentales

La esencia del sistema Amara Berri reside en una concepción integral del niño. Se parte de que cada alumno es un ser global, con intereses personales, motivaciones propias y un esquema emocional y conceptual único. A partir de esa base, el sistema se articula alrededor de los siguientes principios:

  • Actividad: el aprendizaje se basa en la acción y la experiencia.
  • Individualidad: se respeta el ritmo de cada alumno.
  • Socialización: el aprendizaje se construye en comunidad.
  • Creatividad: se promueve la expresión libre y original.
  • Globalización: no se fragmentan las materias, todo está interrelacionado.
  • Libertad y normalización: se garantiza un entorno inclusivo para todos.

Aprender a través de contextos vitales

Una de las señas de identidad del sistema Amara Berri es el uso de contextos simulados que reproducen situaciones de la vida real. En lugar de dividir el aprendizaje por asignaturas, se organizan espacios temáticos que integran varias competencias de forma natural. Así, los niños aprenden como si estuvieran viviendo fuera del aula.

Algunos ejemplos incluyen:

  • El barrio: con supermercados, casas, tiendas de tela, etc., donde los niños aprenden matemáticas al pesar alimentos o usar dinero ficticio.
  • La radio y la televisión: contextos donde se expresan verbalmente, investigan, redactan noticias y desarrollan habilidades de comunicación.
  • El teatro y la prensa: fomentan la creatividad, la interpretación y la escritura.
  • Los juegos de rol: simulan profesiones o situaciones que despiertan el pensamiento crítico y la empatía.

Todas las actividades están pensadas para tener un propósito real y disfrutable. Muchas de ellas terminan con una salida tangible, como un espectáculo, una emisión en directo, una exposición o una publicación escrita.

Evaluación sin exámenes: la txikiweb

Olvídate de los exámenes tradicionales. En el sistema Amara Berri, la evaluación se realiza de manera continua, dentro del propio proceso educativo. Existe una herramienta llamada txikiweb, un sistema digital que permite al alumnado registrar sus actividades mediante fotografías, vídeos y textos. Cada estudiante explica su trabajo, lo presenta ante los demás y recibe valoraciones constructivas del grupo.

Este tipo de evaluación fomenta la autorreflexión y la crítica positiva, alejándose de la simple calificación numérica. Además, favorece el desarrollo del lenguaje oral y escrito, la organización de ideas y la argumentación.

Clases internivelares y atención a la diversidad

Otro de los pilares del sistema es la mezcla de edades dentro del aula. Es común que en una misma clase convivan niños de diferente nivel educativo. Esto permite trabajar desde la diversidad real, respetando el ritmo y estilo de aprendizaje de cada alumno.

Los mayores ayudan a los más pequeños, desarrollando empatía y reforzando su propio conocimiento. A su vez, los pequeños aprenden observando a sus compañeros y aumentando su motivación.

Además, la organización permite a los docentes adaptar la intervención educativa de forma más individualizada, priorizando el apoyo a quienes más lo necesitan y ofreciendo autonomía a aquellos estudiantes más avanzados.

El juego como base del aprendizaje

Si hay un elemento que atraviesa todo el sistema Amara Berri, ese es el juego. Se considera la actividad más natural para el desarrollo de competencias básicas, creatividad, pensamiento lógico y habilidades sociales.

El juego no es un recurso adicional, sino el eje metodológico principal. A través de él se construye el currículum, se integran las áreas de conocimiento y se da sentido a lo aprendido. Por ejemplo, al simular la compra de alimentos se ejercitan las operaciones matemáticas; al preparar una obra teatral se trabajan la expresión, la memoria, el cuerpo y la coordinación.

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Tecnología y aprendizaje colaborativo

En el sistema también se integran las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como parte esencial del entorno educativo. Los alumnos pueden trabajar con ordenadores, grabar vídeos, gestionar la txikiweb o redactar artículos digitales, contribuyendo así a un aprendizaje adaptado a los tiempos actuales.

El trabajo en grupo es imprescindible para que la metodología funcione. Todos los miembros de la comunidad educativa participan: docentes, alumnado y familias. Además, el centro Amara Berri cuenta con un equipo asesor que apoya a otros centros interesados en implementar este sistema.

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Un ejemplo práctico: el proyecto «El Barrio»

Uno de los proyectos más conocidos en este sistema es el del simulacro de un barrio. Dentro del aula se crean diferentes espacios temáticos como un supermercado, una carnicería o una tienda de ropa. Los alumnos se distribuyen en grupos y actúan como compradores o vendedores, gestionando operaciones de compraventa.

Este contexto permite trabajar matemáticas de forma práctica y funcional: sumar precios, pesar productos, calcular cambios o gestionar inventarios. Además, se desarrollan habilidades sociales, organizativas y comunicativas.

Lo más interesante es que estas dinámicas nacen de la necesidad del propio alumnado de participar activamente. No se trata solo de jugar, sino de construir conocimiento a partir de vivencias reales y significativas.

Aplicación y expansión del sistema Amara Berri

El proyecto Amara Berri se define como un sistema más que un método, ya que todos sus elementos están interrelacionados y forman un engranaje pedagógico coherente. Su estructura sistémica permite a los centros educativos adaptarlo progresivamente según sus propias características.

Gracias a su enfoque inclusivo y adaptable, el sistema ha demostrado ser efectivo también para alumnado con necesidades educativas especiales. Respetando los ritmos y estilos de aprendizaje, se facilita la integración sin necesidad de itinerarios paralelos.

Actualmente, más de 10 centros trabajan bajo esta metodología, y la cifra sigue creciendo con el apoyo de formaciones, asesorías y recursos compartidos entre las escuelas de la red.

La comunidad como parte esencial del aprendizaje

El sistema no solo involucra al alumnado y al profesorado. Toda la comunidad escolar, incluyendo familias, participa activamente en los procesos de aprendizaje. Se promueve una educación compartida donde el conocimiento se construye colectivamente.

Los espacios de aprendizaje son abiertos, colaborativos y dinámicos, promoviendo un sentimiento de pertenencia y motivación que se traduce en una implicación constante. El profesorado trabaja de forma conjunta, realizando reuniones periódicas para planificar actividades, ajustar objetivos y evaluar el progreso mediante la experiencia directa con los niños.

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El sistema Amara Berri representa un cambio profundo en la concepción de la escuela. Apuesta por una educación conectada con la vida, donde aprender no es solo memorizar datos, sino experimentar, convivir e implicarse activamente en todo lo que sucede a su alrededor. Este modelo sitúa a la infancia en el centro, reconoce su diversidad y confía en su capacidad para transformar el entorno si se le proporcionan las herramientas adecuadas. Cada actividad cotidiana permite avanzar con sentido y cada paso respira realidad.